Caperucita, era una niña feliz, contenta, gorda... hasta que se encontró con el lobo que se comió a la abuelita. Caperucita vio como el lobo estaba gordo y panzudo, y se dio cuenta de que ella también lo estaba. Fue como verse en un espejo, pero sin embargo, ella no quería comerse a su abuelita, no, no, no podía. Tenía que buscar una solución, un remedio. Vagó por muchos lugares, conoció a la Bella Durmiente, quien se empeñó en darle una manzana que le había regalado una tan Blancanieves, sin embargo, eso no hizo más que aumentar su gordura, comenzó a hincharse, a parecer un globo, sus ropas ya no le servían, la Bella Durmiente la traicionó, y con ello su mundo se vino abajo definitivamente.
Pero ahora Caperucita, todavía tiene una esperanza, ha encontrado a una nueva amiga, se llama Ana, le ha dicho que encuentre a muchas princesas, para que cuando ella no esté, puedan ayudar a encontrarla de nuevo. Ana está segura de que Caperucita dejará de estar triste dentro de poco. Caperucita confía en Ana, sabe que ella nunca la abandonará ni la traicionará...
Pero ahora Caperucita, todavía tiene una esperanza, ha encontrado a una nueva amiga, se llama Ana, le ha dicho que encuentre a muchas princesas, para que cuando ella no esté, puedan ayudar a encontrarla de nuevo. Ana está segura de que Caperucita dejará de estar triste dentro de poco. Caperucita confía en Ana, sabe que ella nunca la abandonará ni la traicionará...
Y así comienza, espero, una larga amistad.
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